martes, 21 de febrero de 2017

una tangente de la felicidad


Dejé el periódico en la barra de la cantina que es uno de los lugares en donde se queda para que cualquiera que lo quiera hojear o leer pueda hacerlo. Mientras lo hacía no pude evitar ver que en la libreta de notas de mi madre estaba escrito con tinta roja y subrayada la frase: es preferible ser feliz que tener la razón.

Y sí. Para cualquiera con algo de lógica elemental y sentido común así es. Qué sentido tiene discutir para intentar poner en la mesa encima de todas las demás ideas el concepto que tenemos sobre cualquier estupidez de la existencia. Sobretodo si tenemos frente a nosotros a un individuo necio que a pesar de lo insulso de sus argumentos los sigue repitiendo como niño berrinchudo.

No tiene ningún sentido. No ganamos nada. Y hay gente a la que al escuchar nos pone de malas.

Ahí estaba la frase, doblemente resaltada, sobresaliendo entre las demás anotaciones en la espantosa caligrafía de mi madre.

¿Y en serio la llevará a la práctica esta mujer que siempre tiene la última palabra y que parece ser feliz buscando cualquier excusa para incomodar a los demás y que desconoce los límites de lo políticamente correcto en sus desatinados comentarios sobre cualquier tema? A quien le vale madre ser incorrecta para decir eso que quiere e imponer eso que piensa.

Lo dudo mucho. Pero habrá que ver.


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