domingo, 29 de mayo de 2016

Pantallización y niños con chip



Giovanni Sartori hablaba de una pantallización de la sociedad (1997) en un tiempo en que no existían ni tabletas ni teléfonos supuestamente inteligentes en los que incluso se puede ver porno (bendito sea dios). Cuando las niñeras preferidas eran las televisiones y no habían sido reemplazadas por la versatilidad de un dispositivo móvil que lo mismo muestra videos que juegos con una adicción enorme, cuando no podías llevar a esa magnífica niñera siempre contigo, mientras la batería te lo permita (aunque ya existen cargas para las baterías).

Mi generación se hizo adicta a las redes sociales, mi generación y las anteriores y posteriores. Los niños que han nacido en los últimos años prácticamente llegan al mundo con un dispositivo en las manos, que se les da, que se les impone, con el que aprenden a con-vivir y al que se hacen adictos. Luego los padres argumentarán que las nuevas generaciones vienen con “el chip integrado”, pero cómo no va a aprender un niño a usar la tableta de la madre si desde antes de cumplir un año es su más fiel compañera, la que sí le hace caso.

Luego esos mismos padres (eso no lo sé de cierto, lo supongo) postean en Facebook que la infancia que nosotros tuvimos era más bonita, que éramos felices sin necesidad de internet y dispositivos, que jugábamos juegos tan pero tan maravillosos que los desgraciados niños actuales no conocen. Los conocerían si se los enseñáramos, si tuviéramos un poco de tiempo para jugar sin la necesidad de una pantalla. Si no tuvieran padres enajenados. Porque eso de que un niño prefiera jugar al futbol en el videojuego que en la realidad es patético.

Los niños no nacen con un chip, nosotros se los insertamos. Y también está de moda añorar un pasado que no puede volver a menos que nosotros lo traigamos de vuelta. ¿Pero quién quiere hacer eso?


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