Te conocí –bueno, supe de tu existencia–
por un +1 que me dejaste en aquel divertido post sobre el sexo. Mis siguientes
tres escritos también fueron bien ponderados por ti con otros +1. Supuse
entonces que me leías y que te gustaba lo que escribo debido a la colocación
del signo + a cada uno de mis textos. Incluso a veces me obsequias varios para
el mismo escrito.
Por esta razón te agregué para que
formaras parte de mi círculo virtual de interacción. Al parecer, al recibir la
notificación me regresaste la cortesía. Pero la verdad es que no sé si acaso
lees lo que escribo, porque nunca me has dejado nada más que un signo +, y sé
por las buenas lenguas, que hay quien los presiona todo el tiempo sin pasar sus
ojos por los textos que supuestamente les gustan, como parte de una rutina del
new age.
Una vez vinculados por Google me di cuenta
que te gusta postear cosas, te encanta, sería más preciso decir. Hay quien te
dice que le encantan “tus publicaciones”, pero a mí me sigue sonando a robo esa
palabra, quizá a ellos también “posteo” les suene a poca cosa.
Debo reconocer que además de lo bien que
me hicieron sentir los reales o falsos + que me obsequiaste (que también tengo
ego), me atrajo mucho esa foto tuya, eres guapísima: quién no aspira a una
lectora así de atractiva.
Hoy acabo de presionar el botón para ya no
seguirte los pasos.
Estoy harto de tener el buzón de las
notificaciones lleno de fotos tuyas –sí, sí me gustas, pero es un exceso–, si
al menos todos tus posteos fueran cosas interesantes (he leído un par de
posteos que compartiste y son bastante malos, hasta tienen faltas de
ortografía). También me he preguntado más de una vez porque mis escritos nunca
los compartes, si supuestamente te gustan.
Te dejo. No quiero saber de ti. Eres una
spammer de lo peor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario