viernes, 27 de febrero de 2015

Besar a alguien por vez primera...


Besar a alguien por primera vez, mirarte en sus ojos que parecen ser igual de felices que los tuyos, tocar su cuerpo, acariciarlo con la mezcla exacta de ternura y pasión, abrazarte a su cintura y no pensar en nada más, porque nada más importa. Pasar más tiempo en sus brazos, compartiendo saliva en besos interminables, que hablando, ya habrá tiempo para hablar, para pelear también. La primera vez que la desnudas y un pequeño dejo de vergüenza embellece un poco más su rostro, esa timidez que te muestra a la niña que vive dentro todavía para fortuna tuya, para fortuna de los dos. Tu boca sedienta de dejar constancia de que toda su anatomía es venerada, tus manos llenas de caricias inacabables, recorriéndola, conociéndola, amándola. Ese deseo irremovible por hacer y hacerse y volver una y otra y una vez más a hacerse el amor. Todos los días, todas las veces posibles.

Pero la rutina espera en el umbral de la puerta, paciente y confianzuda. La primera vez se oxida pronto, a veces demasiado. Cuando hay suerte y empatía se extiende un poco más, pero igual se opaca, no igual, no de la misma manera, pero perderá su brillo. Los juguetes nuevos, motivo de una dicha indescriptible, meses después conviven arrumbados con polvo y bichos, han sido remplazados. No es el caso. Una mujer no es un juguete, a pesar de lo bien que lo puede uno pasar en su compañía. Lo lúdico está presente en ambos casos. Y cuando te ves con ella envejeciendo juntos, compartiendo una vida a su lado, nunca piensas en un reemplazo, pero la novedad, el delicioso escalofrío del primer beso y la primera vez que tomaste su mano o su cintura, ya no podrán repetirse, archivadas se encuentran –si bien les va– en un privilegiado lugar de nuestros recuerdos, junto a todas esas cosas que desearíamos volver a vivir.


martes, 24 de febrero de 2015

Indignación región 4


El mexicano tiene la piel muy sensible. Una piel delicadita que se vulnera ante el menor roce, lastimada con el más pequeño viento. “Jarritos de Metepec” decimos aquí en mi tierra, de Tlaquepaque en otros lares.

Por eso no es extraño que la gente se encuentre tan pero tan ofendida con las declaraciones del mandamás de los católicos, el papa, y las palabras que le dedicó Sean Penn a González Iñárritu.

Imagino que es esa gente que se dice feliz y orgullosa por el éxito del mexicano, pero que no han visto su película. Que tampoco se acordarán que Penn actuó para Alejandro en “21 gramos”, por lo que se trata únicamente de una broma entre amigos. Deberían quejarse igualmente por la actitud igualada de la señora Chastain que llamó llanamente “chivo” a Emmanuel Lubezki, quién se cree la tipa.

Pero mis compatriotas mexicas, están mucho más ofendidos con el santísimo padre. Tanto que lo adoraban y admiraban, y al hombre se le ocurre decir que no desea que su país se mexicanice. ¡¡¡Por qué nos exhibe mundialmente, por qué!!!

Pero digo, cualquier argentino con un poco de información global y de sentido común, no desea, bajo ninguna circunstancia que en su país se reproduzca el esquema mexicano: el del narcoestado y las muertes colaterales.

Afortunadamente, el gobierno ya envió una misiva diplomática exigiendo explicaciones.


martes, 17 de febrero de 2015

Divagando II (dios, el destino)


Alguna vez, escuché a una señora preguntar a los que compartíamos la mesa con ella, que alguien le explicara el por qué el hijo de una vecina suya había muerto de noche a escasos tres meses de haber nacido. ¿Qué había pasado?, ¿Por qué había sucedido?, ¿Por qué dios, “nuestro padre”, le había dado un hijo a una pareja para poco después quitárselo? Que alguien le explicara, porque ella no podía encontrar razones que justificaran tal sadismo: una broma macabra de pésimo gusto de su amoroso padre. Yo tenía una respuesta pero me la callé, no era una audiencia adecuada para mis ideas ateas, y no tenía ánimo de molestar a nadie en ese momento. Pero las teorías y argumentos de los presentes sobre lo sucedido, excedían mi capacidad de asombro y hacían aún más macabro a ese dios: un niño malcriado que daña por placer. ‘Los planes del señor son inentendibles para nosotros, sólo él sabe por qué hace las cosas’, ‘es una prueba para los padres, yo no lo puedo entender, pero así lo decidió nuestro padre celestial’, ‘es que diosito necesitaba un angelito para encomendarle una tarea importante’. ¡De verdad escuchan lo que dicen, tienen alguna lógica sus palabras! Para mí se trataba de una muerte de cuna, una desdichada muerte de cuna. Descuido de los padres, no sé, no sé si eso tuviera que ver, qué puedes hacer si a tu bebé se le olvida respirar. Evidentemente no había un ángel protector custodiando, que interviniera con una maniobra salvadora, evitando la desgracia. Pero puede ser que al no estar bautizado todavía, no gozara de las protecciones divinas de las que son acreedores los hijos de dios; aunque había un crucifijo sobre la cama, bendito quizá. Algunos dicen que a esos desgraciados niños los “chupa la bruja”, víctimas sólo quienes no han sido aún recibidos en la gran familia de dios, expuestos todavía a la voracidad de brujas devoradoras de almas inocentes. Tendría unos 8 o 9 años la primera vez que escuché historias sobre brujas y niños asesinados por ellas, historias que me atemorizaron bastante. Aunque existía una solución, un antídoto que alejaba a las brujas: sólo había que colocar en la ventana unas tijeras abiertas sobre un espejo, eso protegería al inocente. La de historias que escucha uno. Las supersticiones cuentan con mayor validez que la ciencia.

Si es que existe o no un destino, no lo sé, ni tiene importancia tampoco. Pero sí hay una predeterminación en nuestras vidas, varias cosas que vienen marcadas de origen. Parecerme al apático de mi padre o a la hiperactiva de mi madre: de tin marín de do pingüé, cúcara mácara, que ese fue; aunque mi nariz no es ni aguileña, ni chata, es grande y redonda como la de mi abuelo; la genética es una maldita caprichosa. O ¿hay genes más fuertes que otros? ‘Que nuestros hijos posean mi inteligencia y tu belleza’, le dice un nerd a una guapa, pero podría salir al revés: una fea estúpida. O la ilusa que escoge esperma del mejor candidato, pero el bebé se parece todito a ella, mala suerte, los planes al caño, el niño no es ni alto, ni rubio, lo inteligente aún no lo sabemos. Ser acuario o sagitario, cáncer o tauro, depende de en qué día nos concibieron, quizá sólo un asunto de calentura, aunque pudieron haberlo planeado. 

viernes, 13 de febrero de 2015

Divagando... (dios, el destino)


Hay quienes dicen que nuestro destino ya está trazado. No sé por quién o en base a qué, pero que ya tenemos una ruta señalada, una vereda por la que transitar nuestro camino a la muerte. Incluso hay quien puede verlo a grandes rasgos en la palma de nuestra mano o en un mazo de barajas. O eso dicen. Hay quien tiene sueños premonitorios, tragedias o alegrías se le revelan mientras duerme. Otros, dicen que los astros tienen que ver con el curso de nuestros días, de nuestra buena o mala fortuna. Dando esto por verdadero, ¿quién o de qué forma se decide el que una persona viva 90 años y otra sólo 5? Puedo razonar y pensar las causas por las que una persona muera en una terrible agonía y otra en una tranquila y apacible muerte mientras duerme, sin dolor ni pesar para los suyos: porque dicen también que todo se paga y que como te portes te irá. Pero ese niño muerto de 5 años, qué había hecho para merecer no poder enfrentar su vida, qué delito vale para semejante pena, o acaso eran sus padres los que tenían deudas pendientes con el administrador ¿de la vida, del mundo, del universo? Y esa otra persona que mató a 15 “inocentes” y después se dio un tiro, muriendo al instante, ¿cómo pagará?, ¿quién o de qué forma se redimen esas 15 vidas? Será que alguien así sí va al infierno. Porque también dicen que nadie se va sin pagar, pero este desgraciado, ¿de qué privilegios gozaba? Ni siquiera el consuelo de la cárcel al culpable puede calmar el dolor de sus deudos. Pero también hay quien estúpido dice que dios sabe lo que hace, que sus caminos son misteriosos y que no somos nadie para cuestionar su voluntad. Que todo lo que pasa o deja de pasar es porque “él”, “el señor” así lo ha decidido. Ese dios que supuestamente nos ama, ¿quería que muriéramos? ¿Ese niño de 5 años no tenía un ángel guardián que lo protegiera de esa pileta de agua en la que se ahogó por descuido de sus padres, o al recibir aquel golpe letal en la cabeza? Pues, ¿qué hizo el infeliz? O es que sólo los influyentes tienen ángeles protectores, el mundo de lo sobrenatural o divino es igual de corrupto que este mundo nuestro: tanto tienes, tanto vales. La bendición materna por la mañana, ¿sirve de algo?

¿Quién decide entonces nuestro destino? El largo o corto, el difícil o fácil, tránsito por nuestra vida. ¿Lo decidirá un tiro de dados? ¿Qué determina que mi alma vaya a dar a Nigeria o que me convierta en el nuevo hijo de Shaquira? Que herede la ropa de 5 hermanos o que vista ropita de marca, a la moda, claro está. Que sea hijo de profesores universitarios o de alcohólicos irremisibles. Que tenga un padre devoto o un padre pederasta. ¿Quién fue el hijo de puta que nos determinó ese destino?

lunes, 9 de febrero de 2015

100 entradas




Esta es la entrada número 100. Es un buen número para empezar, más bien, para continuar, que ya voy para los dos años ininterrumpidos. Bueno, hay semanas en las que no he publicado nada, pero las he compensado con semanas de dos o tres entradas. El chiste es que cada mes tiene al menos 4 escritos. Eso me enorgullece, porque al empezar esta aventura, parecía difícil encontrar algo interesante para decir cada semana. Y claro, no todo ha sido interesante, porque a cuántos les interesa el beisbol por ejemplo jajajaja, pero finalmente escribo para mí antes que para alguien más, aunque es increíblemente satisfactorio saber que a algunas personas les gusta leer lo que sale de mi mente.

A veces pareciera que no tiene ninguna utilidad real perder el tiempo escribiendo un blog, que no gana uno nada, nada de lo que uno se pueda beneficiar. La verdad es que escribir un blog personal es totalmente satisfactorio. Lo mejor, ya lo he dicho antes, la gente a la que conoces y con la que convives.

Me gustaría tener mucho dinero e ir a España a juerguear: a Asturias, a Jaen, a Barcelona y a Madrid; a Argentina: a Miramar, a Buenos Aires, a Mar de Plata, a Córdoba, a Resitencia del chaco; a Medellín. Pasar a Chile, a Uruguay, a Paraguay a chismorrear y tomarme algo. Poder darle un abrazo a mis nuevos amigos.

No soy una persona disciplinada, soy flojo y disperso, completamente distraído. Pero esto me fascina. Es como cuando editaba el periódico mural de la licenciatura. Cada 14 días, sin falta, había una nueva edición de La Alimaña, con nuevas caricaturas. Nadie dirá nada si no publico cada semana, no pasa nada si no cumplo, pero me hace muy feliz poder hacerlo, aunque no gane nada.

Y sé que quizá debería abrir un blog de superación personal y escribir sobre todos los lugares comunes que conozco. O ponerme a idear frases supuestamente geniales para que todos las compartan y donde quede de manifiesto que fueron pensadas por mí; autonombrarme el poeta prohibido, bueno, otro nombre que ese ya existe, aunque no se vea lo prohibido por ningún lado. Y tener así miles de seguidores. No podría hacerlo, es una especie de broma para finalizar esta entrada, pero ustedes ya lo saben.

Gracias.