Dicen que las segundas partes nunca son
buenas. Hablo de cine, no de relaciones personales. Y en general es algo que
podemos constatar. El hecho de que una película cuente con una segunda parte,
depende de cuánto dinero generó en la taquilla, no de la calidad de la cinta,
ni de si tiene posibilidades de una continuación de su historia.
Así por ejemplo, “Lemony Snicket: Una
serie de eventos desafortunados” y “La brújula dorada”, pese al calibre de sus
elencos (Meryl Streep en una y Nicole Kidman encabezando el de la otra), no
alcanzaron la cifra monetaria requerida, y no vieron luz verde sus secuelas;
ambas, adaptaciones de series de libros. Por el contrario, “Piratas del Caribe”,
película realizada a partir de un juego mecánico de Disneyland, tiene 4 partes
y va por una quinta; que si de hacer billetes se trata, la historia es lo de
menos (aunque las partes 2 y 3 tienen un argumento muy elaborado que si
“macha”). Mismo caso de “Rápido y furioso” o “Transformers”.
Hay dos segundas partes clásicas, que los
expertos califican incluso mejores que sus antecesoras: “El padrino II” y “El
imperio contraataca”. Es claro que aquí hablamos de una planeación previa de la
historia, ésta va más allá de lo que se puede contar en la primera entrega, es
parte de ella. Hay otra segunda parte fenomenal, también entre las mejores, que
incluso, homenajea a varios cineastas de esa generación: “Toy Story 2” (George
Lucas: “El regreso del Jedi”, Steven Spieldberg: “Jurasic Park” y Stanley
Kubrick: “2001 Odisea del espacio”). Otra joya de las mentes maestras de Pixar.
Y precisamente son algunas cintas de
animación las que presentan segundas partes increíbles, por raro que parezca
(los niños sólo quieren ver dibujitos, no les interesa la historia, ni les
molesta el humor de pastelazo). Además de la historia de Woody y Buzz, la
segunda parte del “Kung Fu Panda” me parece sensacional, no sé si incluso más
que la primera, la segunda parte de “Shrek” es un estupendo complemento de la primer
cinta; también aprecio muchísimo las de “Cars” y “Monsters”.
Pero de entre éstas y otras grandiosas
segundas partes, me quedo con “Antes del atardecer” de Richard Linklater,
continuación de “Antes del amanecer”, aquel romántico encuentro nocturno de dos
almas afines; coescrita por el director y sus dos protagonistas (Ethan Hawke y
Julie Delpy) nueve años después. Narrada en tiempo real, es bella y
devastadora, por lo que es y lo que no fue, por ese destino caprichoso y a
destiempo, llegando tarde, para pesar de ambos. Y hay una tercera parte: “Antes
del anochecer”.
¿Alguna otra gran segunda parte?